La tercera deportista femenina mejor pagada del mundo afronta su futuro tras dos inesperadas derrotas: seguir en la UFC o dedicarse al cine y la TV.
Ronda Rousey, posando para la última campaña de la marca de moda Buffalo.
Esta declaración, dicha a gritos, de Amanda Nunes a un pabellón abarrotado lo resume todo: "¡Va a hacer películas, olvidadla! ¡Ya tiene un montón de pasta!”. La aguerrida brasileña acababa de derrotar a la mejor luchadora del mundo, Ronda Rousey, que miraba aturdida a su contrincante pasearse y brincar por el octógono. Nunes había tumbado en solo 48 segundos a Rousey y, no contenta con ello, mandaba a la campeona a la jubilación como deportista, haciendo referencia a la carrera paralela que ha emprendido Rousey como actriz y modelo. ¿Su creciente presencia en medios, publicidad y cine está distrayendo su preparación deportiva?
Es el gran debate nacional en el deporte (extendido a otros ámbitos) en Estados Unidos. Todo el mundo cree saber qué es lo mejor para ella. Algunos deportistas, como Kobe Bryant, han salido en defensa de Rousey, alabando el hecho de que ella ha puesto en el mapa las artes marciales mixtas (mezcla de varias disciplinas: yudo, kárate, boxeo, kick boxing...). Hablamos de la UFC (Ultimate Fighting Championship), la competición de lucha más importante del mundo. El siempre inoportuno Justin Bieber se reía de su derrota. Lebron James la defendía con pasión. “En los deportes te hacen crecer hasta lo más alto posible. Y cuando ya estás allí y cometes algún fallo o muestras debilidad, te destrozan”, comentó la estrella de la NBA. “No conocen su mentalidad, no conocen su motivación, ¿su motivación sigue ahí? No lo saben. La gente siempre verá la destrucción como algo más importante que el tiempo que le llevó llegar a la cima de la montaña”, explicaba, irritado, Lebron.
Ronda Rousey (Riverside, California, 29 años, 61 kilos, 1,70 de altura) es un fenómeno social que excede en mucho a la UFC. La luchadora se ha convertido en imagen de firmas de moda (la última, la marca de ropa Buffalo), ha participado en películas como las de la saga de Los mercenarios (con Stallone,Schwarzenegger o Mel Gibson) o en Fast and furious 7 (junto a Dwayne Johnson o Vin Diesel), y cada movimiento suyo es seguido por la prensa especialista en sociedad.
Su derrota se ha convertido en un debate nacional. Interviene Lebron James, responde Justin Bieber, Donald Trump también tiene una opinión sobre ella
Ronda Rousey se hizo famosa por finiquitar sus peleas en menos de un minuto. 16 segundos le duró Alexis Davis, 14 Cat Zingano y 34 Bethe Correia. En este último combate, en agosto de 2015, defendía por sexta vez el campeonato de peso gallo de la UFC. Estaba invicta y sólo una vez había necesitado más de un asalto para vencer a sus contrincantes. Así llegó, en noviembre de 2015, a luchar contra Holly Holm, de nuevo defendiendo el cinturón de campeona. En el segundo asalto, tras 59 segundos en el octógono, Holm la noqueó de una patada. Y demostró que no era invencible.
Amanda Nunes levanta el brazo ante una derrotada Ronda Rousey. Fue el pasado 30 de diciembre.
Aquella patada noqueó a Rousey no solo en el octógono. Se compartió mundialmente. Muchos de los que jamás habían visto un combate de UFC se quedaron hipnotizados viéndola y más aún cuando se enteraban de que quien recibía ese golpe era la flamante campeona, la estrella de la competición. La búsqueda en Google “Patada Holly Holm” ofrece más resultados -39.700- que si simplemente buscamos “Ronda Rousey” -34.700-. Y eso que Ronda Rousey fue la tercera persona más buscada en Google en 2015. Sus detractores no tardaron en salir en tropel a celebrar su caída, desde el entonces candidato republicano Donald Trump hasta Lady Gaga.Meses después la propia Rousey reconocía, en el programa de Ellen Degeneres,que había pensado incluso en el suicidio. “Estaba sentada ahí pensando en suicidarme. En ese segundo exacto pensé: “No soy nada, ¿qué haré ahora? A nadie le importo una mierda sin esto”, explicó ante las cámaras.
Antes de eso, Rousey había sido una máquina promocional perfectamente engrasada. También ante Degeneres afirmó ser “la atleta mejor pagada de toda la UFC”. Los propios directivos de la UFC reconocieron que ella es la gran estrella de la competición, por delante incluso de sus compañeros masculinos. Ha sido, en 2016, con 14 millones de dólares (13,3 de euros), la tercera deportista femenina mejor pagada, según Forbes, por detrás de las tenistas Serena Williams y Maria Sharapova. Ha protagonizado reportajes en revistas donde posan modelos de primer nivel, como Sport Ilustrated, y se ha hecho con las portadas de revistas que nada tienen que ver con las artes marciales mixtas.
Ronda junto a los actores Kelsey Grammer, Wesley Snipes, Sylvester Stallone y Mel Gibson durante la presentación de la película 'Los Mercenarios 3' (2014).
La luchadora ha explotado su imagen de mujer fuerte -literalmente- que no se calla una. Gran parte del espectáculo de la UFC se da fuera del octógono, con las agresivas batallas dialécticas entre luchadores, que a veces incluso van más allá en los momentos del pesaje. Rousey es una maestra en esta especie de teatrillo que contribuye a la expectación previa a una pelea. Igual que no se callaba ante propios tampoco lo hacía ante ajenos. Cargó contra Phelps por no integrarse con el resto del equipo estadounidense en los Juegos de Pekín (2008) -Rousey se llevó en aquellos Juegos el bronce en yudo, siendo la primera mujer estadounidense que lograba una medalla en esta disciplina- o contra Kim Kardashian por haberse hecho famosa gracias a un vídeo erótico.
En ese recorrido directo hacia el éxito, a Rousey le salió un gran amigo, el también ganador de la UFC Connor McGregor. El irlandés, cuyo carácter no dista en exceso del de Rousey, sale en su defensa. “Ronda simplemente es dominante. Ha estado derrotando sin comparación a sus competidoras y tal vez por eso a determinada gente no le gusta su superioridad”, la defendía, justo antes de que cayese contra Holm en Australia. Tras la pelea, McGregor no dudó de que Rousey volvería. “Volverá: los verdaderos campeones consiguen volver. La derrota es el ingrediente secreto del éxito”, explicaba.
Y volvió pero nada salió como se esperaba. Amanda Nunes la fulminó en 48 segundos. Pulverizó sus esperanzas de volver a ser campeona y ocupó el lugar que durante tanto tiempo había pertenecido a Rousey; el brazo en alto, victoriosa, tras menos de un minuto en el octógono. Adiós a un año de dos entrenamientos diarios, de presión, de espera para lo que todos creían que iba a ser su renacer. Las miradas acusadoras dirigidas en dos flancos: uno, su creciente presencia en medios, publicidad y cine actuando como distracción de la pelea; y dos, su entrenador, Edmond Tarverdyan.
Sobre la segunda, muchos han recordado las constantes críticas que la madre de la luchadora ha hecho a Tarverdyan a quien, tras la derrota de su hija contra Holm, llegó a calificar de “idiota” y “fraude egomaníaco”. Tarverdyan tampoco sale bien parado por la mala racha que también encadena Travis Browne, novio de Rousey, que compite en peso pesado y con quien comparte equipo y entrenador. Tanto Browne como Rousey llevan días escuchando a quienes les piden que abandonen el equipo Glendale y busquen nuevos horizontes.
El destino de Ronda Rousey es incierto. Tras la derrota contra Nunes afirmó a través de un comunicado: “Necesito algún tiempo para reflexionar y pensar en el futuro”. Su madre ya ha reaccionado pidiendo que se retire: “¿Quién quiere ver a su hija recibir golpes?”.
Todos opinan. Ella, de momento, sigue reflexionando.
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